Una y otra vez, como algo recurrente, epidémico y generalmente estacional, se repite, en muchas localidades de nuestro país, eventos situados en tiempos pasados. Quedándose en lo aparente, puede llevar a pensar que todos son iguales, pero hay que ahondar más para llegar a los objetivos, que es la diferencia real.
Porque hay eventos culturales (en el sentido de perteneciente a la cultura), con fuerte arraigo popular y relacionados con un hecho histórico (o percibido como tal) que sirve de excusa, como los «moros y cristianos», alardes, tamborradas, obras de teatro, etc…en los que el principal motivo para que se celebren es la tradición y la fiesta.
También son muy comunes, pero es necesario ponerlos en una categoría aparte, los mercados, que usando el exotismo del pasado, tratan de ser atractivos y novedosos para los clientes, tanto para los que les pagan por organizarlos, como para los que hacen gasto en los puestos de comida artesanía y similares, puesto que son un negocio, y debe rendir.
En último lugar, están aquellos eventos, mucho más escasos, cuyo objetivo es mostrar la vida en el pasado, hacer una recreación histórica fidedigna.
Un ejemplo de dos eventos muy diferentes entre sí tuvieron lugar, el mismo tiempo en Pamplona y en Vitoria.
En Vitoria, una asociación de vecino (Ipar Arriaga) organizó y contrató un mercado napoleónico a una empresa (que lo hace por lucro, detalle importante), con la animación de calle, puestos de venta, representaciónes teatrales, etc:
Por otro lado, en Pamplona, con motivo de la rehabilitación y señalización de las murallas abaluartada y del complejo de la Ciudadela, el grupo Voluntarios de Aragón mostró cómo eran los uniformes y armas de la época napoleónica, y por ejemplo, qué diferencias tienen sus uniformes con los que hubiese llevado la guarnición pamplonica. Lo de voluntarios, tanto por el nombre de la unidad que recrean como porque sus miembros no son empleados contratados…y debo darles las gracias por dejarme usar las imágenes (ya me hubiera gustado poder verles y sacarlas yo mismo, pero…)
No es que ninguno sea «mejor» o «peor» que el otro: son claramente diferentes. Uno busca atraer gente al barrio, y el otro, poner en valor una parte desconocida del patrimonio histórico. El error, muy común, suele ser confundirlos. Pero una mascarada pensada para atraer clientes a un mercado no tiene nada que ver con conmemorar la Batalla de Vitoria, ni es adecuado para ello, por mucho que se insista.
Lo que queda una vez pasado, lo deja aún más claro: en un caso, un buen rato pasado, unos chistes sobge cguasanes y lo que compraron (si no se lo han comido ya), y en el otro, el haber conocido porqué las murallas de su ciudad tenían esa forma o cómo se luchaba cuando se construyeron, o cómo una gran fortaleza se puede conquistar a bolazos de nieve.
Como bonus track: el edificio de la primera foto (Palacio de Montehermoso), pese a su fachada neogótica, fue el palacio donde José I se alojó en numerosas ocasiones, visitando a la marquesa, que le acompañaría al exilio.